Primer periodo

Era tarde, la luna se reflejaba al otro lado de la ventana de la habitación, y aunque eran pasadas la tres de la mañana, la luz de la luna alumbraba lo suficiente como para ver todo con claridad, la razón por la que no podía dormir, era nada más y nada menos que el día anterior había sido el más raro de toda mi vida, lo había pasado todo en compañía de la persona de la cual estaba enamorada, claro, él no lo sabía, y aun así el muy idiota me trataba dulce y amablemente y eso no ayudaba para sacarlo de mi mente y de mi corazón, pero muchas cosas cambiaron desde ayer, y no volverían a ser las mismas, yo por ejemplo.

Mi nombre es Katerina, vivo en Transilvania, el lugar de donde provienen todas las leyendas de Drácula, pero el punto no es ese, si no el extraño magnetismo que me atrajo hasta el castillo de él, era la primera vez que estaba tan cerca de aquel lugar, a mis padres no les gustaba que me acercara demasiado, decían que Drácula podría salir y beber mi sangre, pero por supuesto, esta amenaza dejo de funcionar después de los 13 años, pero hasta ahora nunca había estado tan cerca, no sabía porque hoy tenia estas extrañas ganas de estar allí, después de recorrer un poco el lugar escuche unos cuantos ruidos, que se hacían cada vez más intensos a medida que me acercaba, y sí, yo era la clase de chica estúpida que se acercaba cuando escuchaba ruidos extraños, lo más irónico es que siempre les gritaba a las chicas de las películas de terror que se alejaran del ruido extraño, valla coherencia.

En la entrada del castillo se encontraba el, Stefan Salvatore, el chico del que estaba enamorada, sé que es una palabra grande, pero lo que siento también lo es.

-¿Qué se supone que es lo que estás haciendo?-le pregunte

-Dios mío, me has dado un susto enorme- dijo sobresaltándose, lo mire detenida mente, esperando que respondiera.

-¿Qué? ¿Acaso no piensas disculparte?-me pregunto

-¿y por qué tendría que hacer eso? Tu eres el idiota que está intentando entrar a la casa más terrorífica de toda la región, te mereces el susto.

-Vale, tienes razón, y con respecto a tu pregunta, si es que no es muy obvio, estoy intentando entrar.

-no me digas, replanteare la pregunta, ¿Por qué quieres entrar?

-curiosidad

-Está bien te ayudo.

Me acerque, no sabía por qué estaba haciendo esto, pero de repente me habían entrado unas ganas de saber que encontraríamos allí dentro, al tocar la cerradura  la puerta se abrió sin un mínimo esfuerzo, nos miramos el uno al otro sorprendidos esperando que el otro avanzase.

-Primeros las damas- dijo haciendo una reverencia

-Gallina

Cuando los dos estábamos adentro, las puertas se cerraron con un golpe sordo, y todos nuestros intentos por abrirla fueron en vano, por lo que comenzamos a caminar esperando encontrar otra salida.

El castillo era muy antiguo, tenebroso y estaba algo deteriorado, pero eso no le quitaba la belleza y autoridad que poseía, al caminar unos cuantos tramos, nos encontramos con una puerta custodiada por un enorme hombre de madera, cuando intentamos dar la vuelta y correr, solo encontramos una pared que antes no estaba allí, el hombre nos miraba con furia y se aproximaba lentamente, cuanto desearía tener un frasco lleno de terminas en este momento, y para mi sorpresa este aprecio en mis manos, Stefan me miro sorprendido buscando una explicación, pero callándolo con una mirada, libere las termitas que rápidamente se devoraron a este hombre y en seguida desaparecieron, mientras, habríamos la puerta, y caminábamos le conté lo que había pasado, el simple hecho de desear lo que necesitaba había hecho que apareciera.

Después de poco tiempo encontramos una segunda puerta, y valla sorpresa nos llevamos al encontrar dos escorpiones, venenosos, agiles y rápidos, en frente de la puerta preparados para atacar, de un momento a otro me vi cubierta con un traje de metal, pesado y resistente, sorprendida, mire a Stefan que sonreía como un niño con su juguete nuevo, pasamos tranquilamente por el lado de los escorpiones sin inmutarnos por sus intentos de hacernos daños.

-Al parecer no eres la única que puede hacer aparecer cosas-me dijo con una sonrisa pícara.

Conscientes de que empezábamos a descubrir cómo funcionaban estos extraños sucesos, continuamos; en la tercera puerta se encontraba un monstruo, fuerte, grande e invencible, nos miramos asustados sin saber que hacer o que desear, mire fijamente al monstruo y me percate de cuanto odio había en su mirada, y detrás de tanto odio, no podía haber más que dolor, empecé acercarme lentamente pero Stefan me agarro del brazo evitando que continuara.

-¿Es que acaso te volviste loca?

-Posiblemente, pero tienes que confiar en mí, a menos de que tengas otra solución.

Soltó mi brazo lentamente, pidiéndome que tuviera cuidado, no pude más que derretirme por dentro.

-¿Cómo te llamas?-pregunte al monstruo que después de un rato de mirarme totalmente confundido, respondió con precaución.

-Uyeni-contesto con una voz notablemente femenina.

Comencé hacerle preguntas básicas, como ¿Cuál es su color favorito? ¿Qué haces en tu tiempo libre? Y cosas por ese estilo, después de un tiempo, Stefan se acercó, y al igual que yo comenzó hacer preguntas, lo cierto es que la estábamos pasando muy bien con aquel monstruo, el cual nos confesó que la única razón por la que estaba tan enojada, era que le habían dicho que cualquiera que se acercara intentaría matarla, y que por lo tanto no sabía que veníamos en son de paz, después de un tiempo le informamos que teníamos que marcharnos, y después de intercambiar el whatsapp y el correo, Stefan y yo continuamos nuestro camino conversando y haciendo preguntas el uno al otro, y riendo en muchas ocasiones, definitivamente era el día más extraño de toda mi vida, él y yo no hablábamos a menudo, y ahora lo hacíamos como si nos conociéramos de toda la vida.

La cuarta puerta se veía a lo lejos, pero nada impedía su paso, lo cual resultaba extraño, pero a medida que nos acercábamos escuchábamos una melodía extremadamente adormecedora, no pude contener las ganas de bostezar y empecé a sentir las piernas débiles y la necesidad de tirarme en el suelo,  pero de repente tenía unos grandes audífonos y heavy metal sonando en mis oídos, que después de esto no volverían hacer los mismo, al mirar a Stefan contemple como movía su cabeza para adelante y atrás, tales movimientos podrían dejar fácil mente a una persona sin cabeza, al mirarme levanto sus pulgares haciéndome saber que esto era idea suya, pasamos por la puerta, e inmediatamente los audífonos y la música desaparecieron.

Al aproximarnos a la puerta número cinco vimos que todo el suelo estaba lleno de ramas, las cuales se fueron estirando y enredando en nuestros cuerpos evitando que prosiguiéramos, desee con todas mi fuerza que mi amiga Uyeni, el monstruo nos ayudara, al aparecer, le rogamos que nos liberara de las ramas, y al ser súper fuerte e indestructible no fue muy difícil hacerlo, después de agradecerle, continuamos nuestro camino.

Al seguir caminando nos vimos encerrados entre cuatro paredes y ninguna puerta, empezamos a tocar con nuestros puños hasta que Stefan encontró un punto hueco y buscando la manija abrió la puerta, y cuando iba a empezar a andar se detuvo al ver al frente suyo un hoyo negro, que sin duda nos tragaría si dábamos un paso en falso, contemplamos el espacio entre el hoyo y la puerta no era ni un paso, Stefan me indico que colocara los pies en forma horizontal y rodeara el hoyo, con mucho miedo lo hice, y logre pasar, cuando llego su turno de hacerlo, vi con horror como se equivocaba y caía en el hoyo gritando mi nombre, me derrumbe en el piso, si  poder parar de llorar, maldito el momento en el que decidimos entrar, me sentía destrozada, vacía, solo deseaba que él estuviera aquí, conmigo y que nunca hubiéramos entrado a aquel lugar, y así fue como el mejor día se convertía en el peor de todos, no podía parar de llorar, no importaba cuantas veces se lo ordenara a mi cerebro, mi corazón estaba totalmente roto, y mis sentimientos siempre le ganaban a mi razón, pero de repente capte como una voz me decía en un susurro que continuara, no sé como pero logre pararme y continuar, pero las lágrimas no se detenían.

En frente de la puerta número siete se encontraba un rebaño de cabras que no paraban de reír, y era un contraste ridículo al compararlo conmigo, ellas felices, y yo totalmente destruida, me informaron que la única manera en la que me dejarían pasar era si las hacia llorar, lo cual parecía difícil, se veían demasiado felices, por lo que pensé en algo que en un tiempo me hubiera hecho reír tanto hasta llorar, así que les mostré todas las películas de American pie, y no falto mucho para que me dejaran pasar.

Camine y camine, hasta que encontré una puerta sin protección ni obstáculos, y la abrí sin dudar demasiado, no tenía ganas ni de pensar ni sentir en lo absoluto, al entrar me encontré con una habitación llena de todo lo que a una persona se le podía pasar por la mente, pero estaba demasiado triste como para ponerme feliz.

La misma voz que me había ayudado a continuar me dijo que podía pedir una cosa, la cosa que más deseara, riqueza, fama, inmortalidad,  lo que quisiera, solo tenía que pedir y se me concedería, y rápidamente a si lo hice.

Al otro día

Me arregle rápidamente para ir al colegio, desayune y me despedí de mis padres, al llegar, fui directamente al salón de mi primera clase, con un nudo en el estómago, manos temblorosas y unas lágrimas que deseaban salir con urgencia, todos los alumnos se encontraban en sus asientos, pero yo no podía estarme sentada, por lo que estaba mirando por la ventana del salón, pero al igual que todos me sobresalte cuando la puerta se abrió de un golpe, y al mirar, él estaba allí, mirándome y acercándose peligrosamente rápido, tomo mi cabeza en una mano y mi cuello en la otra, y me beso profundamente, mientras el resto del mundo desaparecía, cuando se separó de mis labio, se acercó a mi odio y susurro, gracias por salvarme.

Contacto